Las inundaciones en Libia, con más de 11.000 fallecidos según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y al menos 10.000 desplazados han recordado que “nunca llueve a gusto de todos y que está feo no hacer tareas de mantenimiento en presas y embalses”. Son palabras de Antalku Ñadok, presidente del Panel Unitario para el Tratamiento de Accidentes, Desastres y Averías (PUTADA). Ñadok cree que “lo de Derna” tarde o temprano se repetirá “al por mayor” porque ya hay antecedentes históricos. “Toda la humanidad vive en zonas inundables”, asevera Ñadok señalando el monte Ararat en Turquía donde se dice que reposan los restos del Arca de Noé.

Ay, mi coche

Mariví Sionaria, ingeniera de la ONG Apadrina un Estado Fallido recuerda que “todavía hay clases”. Señala que, mientras el mar Mediterráneo devolvía “amablemente” los cadáveres arrastrados por la riada en Libia, los habitantes de ciertas zonas de Europa grababan vídeos con que alimentar Tik Tok a base de contenedores arrastrados por el agua o utilitarios que, ayudados por el líquido elemento, ponían en marcha su propio sistema de autoaparcado. “Nos puede pasar a cualquiera pero algunos somos menos cualquiera que otros”, explica frotándose índice y pulgar, el signo internacional de que el dinero no da la felicidad sobre todo a quien no lo tiene. “Quizá si fuéramos menos, nos pasarían menos cosas”, se encoge de hombros la demográfa Josefa Talista.

Según Talista, que no alberga esperanzas de que una civilización extraterrestre acuda en ayuda de nuestra especie, un gran Tsunami arrasará el mundo antes de 100 años dando al traste con la civilización, sistema de seguros incluido. “Hay otros Riaños, pero están en este”, concluye señalando la Torre Iberdrola en Bilbao.

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