Una mujer que había sido poseída por un demonio mesopotámico ha denunciado a su exorcista por mala praxis, negligencia, imprudencia temeraria y extralimitación de funciones, ya que desde la ceremonia de exorcismo la demandante ha perdido su capacidad para hablar arameo, acadio y otras lenguas muertas del área del creciente fértil en las que sí se desenvolvía con fluidez cuando tenía al demonio dentro. La joven, que ejerce como profesora en la Escuela Oficial de Idiomas de Cuenca, ha anunciado que si la demanda no prospera en juzgados ordinarios piensa acudir al Tribunal Supremo del Vaticano “e incluso al de la Rota si hiciera falta”.

Ni siquiera a nivel coloquial

La mujer exorcizada asegura que el mundo de los idiomas es una jungla en la que no se hacen prisioneros, la competencia es salvaje y poder ejercer la docencia de una lengua que maneja poca gente “es un caramelito”, e insiste en que el sacerdote le ha arrebatado ese recurso laboral sin advertencia previa alguna. “¿Sabe usted cuánta gente enseña inglés y francés? Le da usted una patada a una piedra y salen cientos. Miles. Como cucarachas. Ahora, ¿sabe cuántos profesores hay de babilonio o de asirio clásico? Pues muy pocos. Y el de los idiomas es un negocio despiadado en el que si no te posicionas y no aportas valor exclusivo no eres nada. Eres mierda”, se viene arriba la joven que ha puesto la demanda.

Aunque admite que lo de las pústulas le estaban dejando el cutis estropeadísimo, los vómitos verdes habían debilitado el esmalte de la parte trasera de sus dientes y aún sigue yendo al quiropráctico por problemas con las cervicales, ser ahora incapaz de hablar arameo le ha sumido en una profunda depresión y se plantea volver a profanar el crucifijo de la mesilla.

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