Un hombre de 43 años practicante de artes marciales ha destrozado a base de puñetazos y patadas un centenar de botellas de vino gran reserva de diferentes añadas, una cristalería completa de Murano, dos barricas de roble, tres centros de mesa de Lladró y un paragüero, además de provocar contusiones y rotura de tabique a varios turistas. El incidente ha tenido lugar en un jardín de las instalaciones de las bodegas de Marqués de Riscal, durante una cata de vinos a la que habían acudido varios autobuses de excursionistas. A pesar de su aparatosidad y de los abundantes destrozos materiales, la policía ha informado de que todo se ha debido a un malentendido, al leer mal el artista marcial los carteles y confundir la bodega con el polideportivo en el que debía participar en una exhibición “de esas coreografías que hacen los karatekas en plan flipao”.

Al menos llevaba puesto el cinturón

Los turistas apenas habían comenzado a hacer gárgaras con el segundo vino de la cata cuando el hombre en kimono atravesó la reja de acceso al jardín, se colocó en el centro, hizo una reverencia y empezó a propinar puntapiés, puñetazos, codazos laterales “y hasta una patada en salto con giro, que fue la que le arrancó la cabeza al querubín de Carrara y empezamos a sospechar que eso ya no era parte del paquete de experiencias”. Tras varios minutos de desconcierto el karateka, hipermétrope del ojo izquierdo, miope del derecho y con síntomas de presbicia, según la familia, terminó el ejercicio y pudo ser reducido por los vigilantes de seguridad.

“Para un puto día que me dejo las gafas en casa a propósito antes de ir a la exhibición de katas porque en los polideportivos hay mucho mangui menuda la que se lía”, ha declarado el karateka mientras se guardaba la orden de alejamiento.

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