Un vecino de Bilbao se ha pasado un viaje en metro de 45 minutos de pie tras ceder el asiento a una anciana para descubrir al final del trayecto que se trataba de la campeona de Triatlón Sénior. Según testigos, al hombre, con notable sobrepeso, “se le ha quedado una cara de idiota que daba penita verlo”. La mujer, de 78 años de edad, ha aceptado de buen grado ocupar el asiento que le han cedido amablemente sin hacer mención alguna a que acudía a un polideportivo municipal para entrenar una media maratón de barrio que se disputará a mediados de diciembre.

Por ser educado

El bilbaíno, de 43 años, asegura haberlo pasado mal en el viaje porque siempre se le cargan las rodillas cuando le toca ir de pie en transporte público y confiesa que “la próxima vez que vea a una vieja le va a ceder el asiento Rita la cantaora, así lleve una mochila de oxígeno a la espalda y esté boqueando como un mero recién pescado”. A pesar de que la mujer mayor vestía un chándal y portaba una bolsa de deporte, el hombre no ha sospechado ni por un momento que la anciana era capaz de correr 25 kilómetros a la pata coja ni hacer flexiones con una sola mano. “La culpa es de la gerontocracia y de esta moda del civismo y de la discriminación positiva”, balbuceaba en el andén de destino mientras se masajeaba las piernas en un banco de la estación para tratar de aliviar los calambres.

La mujer de la tercera edad ha agradecido que “aún queden caballeros”, pero a pesar de la palidez del hombre, que se retorcía de dolor a causa de las agujetas y respiraba entrecortadamente, no se ha ofrecido a llevarle a horcajadas hasta un puesto de socorro cercano porque se le hacía tarde y si se entretenía no le daba tiempo a calentar.

© elkarma.eus