Augusta Ada King, Condesa de Lovelace (Londres, 1815 – Ibid., 1852), fue una aristócrata, diletante tecnológica, socialité, aficionada a los telares mecánicos, ni-ni a tiempo parcial e hija del poeta Lord Byron y de Anna Isabella Noel, baronesa de Wentworth. Nacida en la élite de la alta sociedad inglesa, demuestra desde su más tierna infancia una total y absoluta ineptitud tanto para las letras como para las ciencias. Viendo su padre que sus dotes para la poesía eran nulas y que todo lo rimaba usando el pretérito imperfecto, la abandona con cinco meses para montar un restaurante de musaka, abrumado por la decepción y por las preguntas de su esposa sobre en qué momento pensó que era una buena idea dejar embarazada a su propia medio hermana.

Ella iba haciendo

Durante la adolescencia se obsesiona con la idea de volar. Estudia física de materiales, rudimentos de mecánica y etología de las aves, pero pronto se cansa y decide economizar esfuerzos acudiendo a los hongos alucinógenos. De naturaleza enfermiza, cuando el sarampión la postra en cama en 1829, su abuela la matricula en un curso de cálculo por correspondencia, para que al menos trabajara de contable en una mercería. En 1830 le dice a su profesor de Aritmética y Álgebra Integral, Augustus de Morgan, que quiere ser analista y metafísica, luego gótica, luego influencer, luego astronauta, luego modelo de uñas y finalmente diseñadora de complementos para Stradivarius. En 1833 conoce al Charles Babbage durante una cena en casa de la también matemática Mary Sommerville, pero no es capaz de saber en qué punto se cruzan un tren que se desplaza a una velocidad de 180 Km/h en dirección de A a B y otro tren que se desplaza en sentido contrario a 144 Km/h. Sin embargo la visión del revisor perforando tarjetas le conduce a inventar un algoritmo codificado para programar la máquina analítica de Babbage, el primer ordenador de la historia, y así salir del paso y no tener que aguantar silencios incómodos durante el postre.

Fallece a los 36 años, de cáncer uterino, dejando marido y tres hijos, tras haberse arruinado apostando a los caballos y comprando cupones del Euromillón, convencida de que Yahoo Messenger no envejecería nunca.

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