Thomas Hobbes (Westport 1588-Derbyshire 1679) fue un naturalista, diseñador de mecanos, tertuliano, au pair y guionista de obras de teatro sobre kaijus japoneses, que consagró su vida a preservar la fauna ibérica e influiría enormemente en Félix Rodríguez de la Fuente. Nacido prematuro cuando a su madre se le adelantan las contracciones al leer en un digital que la invasión de la Armada Invencible es inminente, es criado por su tío, ya que su padre, vicario, tiene una pelea de bar con miembros del clero local y debe abandonar Londres, inaugurando una tradición familiar. Aprende lenguas clásicas con 6 años y demuestra una precocidad inusitada, aunque Xavier Sardá nunca le llama para colaborar en Crónicas Marcianas.

Un lobo, dos lobos, tres lobos

En 1608 termina el bachillerato en Oxford y es contratado por William Cavendish, barón de Hardwick, para dar clases particulares a su hijo, que sólo aprueba gimnasia. Tutor y pupilo hacen un tour por Francia, Italia y Alemania hasta 1610, porque habían comprado billete con la vuelta abierta. Aunque no consiguen maillot, Hobbes aprovecha el viaje y cuando estando con Descartes en un local de alterne parisino le ofrecen un griego rehúsa a acercarse al cuarto oscuro pero se le ocurre hacer la primera traducción al inglés de Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides. En 1628 fallece su alumno de peste y es despedido por la viuda, que prefiere una empleada de hogar filipina. Hacia 1637 comienza a elaborar sus teorías políticas en las que establece que el ser humano está asalvajado y sin la mano dura, aunque cariñosa, del Estado Inglaterra se rompe. El enfrentamiento entre realistas y parlamentarios puritanos le parece una excusa tan buena como cualquier otra para refugiarse en París en 1640, donde es visitado por monárquicos exiliados que prefieren el mus visto al ajedrez. En 1651 publica Leviathan, una obrita con monstruos gigantes surgidos de las profundidades que asolan Tokio. Las autoridades eclesiásticas lo consideran blasfemo y ateo, porque no consta ningún lagarto gigante radiactivo en el arca de Noé. En 1666 consigue una pensión de Carlos II, que le ríe las gracias, aunque Hobbes hubiese preferido un hotelito coqueto.

Fallece a los 91 años de un trastorno de vejiga seguido de una parálisis porque las desgracias nunca vienen solas.

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