Juan de la Cierva y Codorníu (Murcia 1895 – Croydon 1936), fue un ingeniero, piloto, político, organizador de cenas de empresa y animador sociocultural español, pionero en realizar visitas del servicio técnico cobrando la mitad con factura y la mitad en B y en combinar la aeronáutica con electrodomésticos de cocina. Hijo del empresario y ministro de Alfonso XIII Juan de la Cierva y Peñafiel y de María Codorniú Bosch, se pasa la infancia observando cómo maridar el cava catalán con el uso de taladros para bricolaje podía ser una fuente inagotable de diversión y visitas al traumatólogo.

Todo por ayudar

Animado por el éxito de varios experimentos que involucran gatos, petardos y tirachinas con gomas de caucho, inventa en 1912 un avión biplano, pero abandona el proyecto ante la escasa capacidad del aparato para transportar bombas incendiarias con las que arrasar el colegio en el que cursa estudios. Presa de la frustración, dedica el resto de su adolescencia a arrojar aparatos de aire acondicionado por la ventana de su habitación, con escasa puntería y varias denuncias por agresión. En 1919 intenta canalizar sus impulsos de herir a gente y consigue ser elegido diputado a Cortes por Murcia. En 1920 decide cambiar la técnica vertical descendente de sus experimentos por una ascendente y le ata el ventilador del salón a un avión que le habían regalado por su santo, porque alguna ventaja tenía que tener ser de familia pudiente. En 1922 perfecciona el aparato, creando el autogiro, precursor del helicóptero, aunque no consigue los permisos del ayuntamiento para acoplarle ametralladoras M-60. Durante la dictadura de Primo de Rivera, recibe varias ofertas del gobierno para utilizar su invento pero no para volar sino para emplear las aspas giratorias afiladas en la disolución de manifestaciones de ciudadanos desafectos. Se lo piensa, pero no llegan a un acuerdo en el precio y decide emplear el Cierva C.4 para servicios de entrega a domicilio. En 1936 le proponen el encargo de organizar el desplazamiento de unos militares de Gando, Gran Canaria, para asistir a una despedida de soltero en Tetuán. Los oficiales desconfían de su tartana voladora y les acaba consiguiendo un avión De Havilland DH.89 de nombre Dragon Rapide, llevándose una comisión.

Fallece en un aeródromo de Londres después de convencer al piloto de que despegue haciendo el caballito.

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