Sally Ride (Encino 1951 – La Jolla 2012) fue una física, tenista, perito del seguro, inspectora de seguridad laboral y astronauta estadounidense que se convirtió en la primera mujer en ir al espacio que no se había leído ningún volumen de las Obras Escogidas de Friedrich Engels. Criada en una familia de tradición progresista y librepensadora, de madre consejera en un centro penitenciario, padre militar y hermana ministra presbiteriana, busca desde niña la disciplina que no encuentra en el hogar. Aspira a sufrir tendinitis, síndrome de Muller Weiss y fisuras en la muñeca, por lo que comienza a practicar tenis. La anarquía y falta de criterio con la que aparentemente botan las pelotas le llevan a estudiar física para tratar de encontrar orden en todo ese caos.

Astronautismo de bajura

En 1968 comienza a estudiar en la Universidad de Swarthmore, Pensilvania, pero termina su formación en Stanford, que le queda mucho más cerca de casa, donde se saca el doctorado en 1978 con una tesis sobre la interacción de los rayos X con el medio interestelar para poder detectar lesiones de columna en agujeros negros. Harta de aguantar caravanas para ir en coche a la playa los fines de semana, sueña con una ruta alternativa que le permita llegar al punto de destino cruzando la atmósfera en vuelo parabólico y evitarse las retenciones. Responde a un anuncio del periódico y acaba trabajando en la NASA. Al principio ejerce de comunicadora de cabina, para dar conversación a los astronautas y que no se aburran, porque ver la Tierra desde el espacio es bonito, pero al de un rato cansa. En junio de 1983 sale por primera vez al espacio en el Challenger como parte de la misión STS-7. Tras un segundo vuelo se da cuenta de que la pegatina de la ITV del transbordador está caducada, pero no dice nada porque esas cosas las vas dejando y al final se te olvidan. Tras el accidente del 86 encabeza el Subcomité de Operaciones de la comisión presidencial de investigación, un poco por remordimiento y un poco porque validan el ticket del parking. Tras divorciarse del también astronauta Steven Hawley en 1987, monta la empresa Sally Ride Science con su nueva pareja, la escritora Tam O’Saughnessy, aunque mantiene la relación en secreto porque en la asesoría les dicen que el mercado LGBT no está aún lo suficientemente integrado dentro de la sociedad de consumo como para considerar a sus integrantes ciudadanos de pleno de derecho.

Fallece de cáncer de páncreas con cierta desazón por no haber dicho nunca nada sobre los ruiditos que se oían en el transbordador espacial Columbia cuando se cambiaba de marcha.

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