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Vidas Modélicas 079 (08-11-2024)

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Élisabeth Louise Vigée Lebrun (París 1755 – Louveciennes 1842) fue una burócrata, auxiliar administrativa, socialité y retratista para documentos nacionales de identidad francesa que luchó toda su vida por la estandarización del tamaño de las billeteras en las que se guarda el DNI. Nacida en el seno de una familia humilde, trata toda su infancia de disuadir a su padre, Louis Vigée de abrir una tienda de fotografía analógica porque considera que ese negocio está abocado al fracaso y que lo que la gente va a demandar toda la vida son cuadros al oleo de sus vacaciones en Oropesa. Tras vivir de los 6 a los 11 años en un reformatorio, a los 12 su padre fallece de una negligencia médica cuando confunden su intervención de juanetes con un trasplante de pecho.

Dar la cara

La mala relación con su padrastro le lleva a abandonar la casa materna y comienza a trabajar como ilustradora de juicios en los que no permiten la entrada de cámaras. Sin embargo la gente se mueve muy rápido y para cuando han llamado a declarar al acusado todavía no le ha dado tiempo a montar el caballete, por lo que debe cambiar de oficio. En 1776 se casa con el marchante de arte (la persona que se marcha de una galería en cuanto se acaba el vino y los canapés de la inauguración de la exposición) Jean-Baptiste Pierre Lebrun. Por esa época encuentra un empleo en una comisaría de Versalles haciendo retratos para la renovación del pasaporte. Aunque las colas se hacen eternas, siempre consigue que los retratados no salgan con los ojos cerrados, por lo que, precedida por su fama, en 1779 se convierte en la retratista oficial de María Antonieta, que siempre se acaba olvidando el carné por todos los sitios. Con el comienzo en 1789 de la Revolución Francesa, los comités revolucionarios le piden que reduzca el formato de los retratos a un cómodo 35 x 45 mm. para que quepan mejor en la cartera porque muchos ciudadanos no tienen un lacayo que les lleve el retrato a tamaño natural cuando acuden a hacer un trámite en el banco. Élisabeth Louise se niega y abandona el país junto a su hija Brunette, aficionada a las divisiones acorazadas, para recorrer Italia, Austria y Rusia. Durante el reinado de Napoleón regresa a Francia, pero no se adapta a la moda de aparecer con la mano debajo del sobaco en los retratos del carnet de la biblioteca y vuelve a huir, esta vez a Londres y después a Torremolinos para hacer caricaturas a turistas.

Fallece a los 86 años y es enterrada bajo una lápida con el epitafio “Ici, enfin, je repose…” (“Aquí, al fin, descanso…”) que había pertenecido a un gerente de Pikolin.

© elkarma.eus

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