Charles Spencer Chaplin (Walworth, Londres 1889 – Corsier-sur-Vevey 1977) fue un entrepeneur, humorista de bares de alterne, somelier de suelas de alpargata, marionetista en panaderías, comercial de betún y actor de cine para adultos que popularizó la costumbre de jubilarse en paraísos fiscales porque los funerales salen mucho mejor de precio. A la tierna edad de 5 años sustituye a su madre, bailarina de striptease, en el escenario y siente por primera vez el amor a las tablas. Sin embargo no logra aprobar el examen de ingreso a un módulo de FP de carpintería, por lo que tiene que ganarse la vida como trilero. En 1912 es descubierto por Fred Karno, director de un circo de fenómenos, y comienza a trabajar como mujer serpiente barbuda.

Para tontadas ya habrá

Su habilidad para interpretar a señores con bigote y una facilidad innata para irse del bar sin pagar los carajillos propicia su salto al bodeville. En 1914 firma con Keystone Studios y comienza a participar en numerosas producciones eróticas de bajo presupuesto en Hollywood en las que siempre hace el mismo papel de butanero con bombín. Cuando estas películas viran hacia el sadomaso, su personaje empieza a llevar bastón. En 1919 decide fundar junto a sus amigos del club de rol Douglas Fairbanks (enano guerrero de nivel 7), Mary Pickford (elfa maga de nivel 8) y D.W. Griffith (orco bárbaro de nivel 6) la productora United Artists y dedicarse al cine independiente. De esta época destacan sus películas de arte y ensayo El Chico (epopeya sobre un fabricante de chupetes en la Rumanía de entreguerras) o La Quimera del Oro (historia de amor entre un buscador de oro y un haski siberiano viudo). Aunque no le ve mucho futuro al cine sonoro, en 1940 estrena El Gran Dictador, episodio piloto de CSI Miami. En 1942 comienza a salir con Oona O’Neill, 37 años más joven, hija del poeta Eugene O’Neill y exnovia de J.D. Salinger, confiando en cobrar una subvención por tener menores a su cargo. Un año más tarde se casan para evitar habladurías. Entre que una pelea con Buster Keaton le deja sordo de una rodilla y que un día le pide a Samuel Goldwyn que compartan el postre y le acusan de comunista, en 1952 decide mudarse a Europa. Se establece en Suiza para poder disfrutar de la paz que le reporta mirar a su mujer cuidando de sus ocho hijos en común mientras se acaricia las gónadas. Él, no su mujer.

Fallece el día de Navidad, a los 88 años, a causa de un accidente cerebrovascular, probablemente por tener la arteria carótida interna mal señalizada.

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