Butaca de Gallinero: Gilipollas
Repasando mi aversión a ciertas películas sobre la superación personal (ver EL KARMA 133), me vinieron a la mente dos personajes, inmortalizados en el cine y admirados por gran parte del público. Digo personajes, porque lo son. O mejor, lo eran. Aunque se tratase de personas reales. De no ficción, vamos. El primer figura de la lista es Christopher McCandless, cuya gesta es narrada en Hacia rutas salvajes (Sean Penn, 2007), un tipo que, nada más graduarse en la universidad, regala los 24.000 dólares que tenía ahorrados a una ONG y se larga a vivir en la naturaleza, en lo salvaje, alimentándose de lo que va encontrando, protegiéndose de las inclemencias de la intemperie dentro de una furgoneta o en refugios improvisados. Al final parte hacia Alaska para descubrirse a sí mismo y hacerse uno con la naturaleza. Y vaya si lo consigue. Acaba convertido en abono, muerto de inanición en pleno verano a 20 millas de la carretera. Me ahorro los detalles que para eso está internet. El segundo iluminado es Timothy Treadwell, protagonista absoluto del documental Grizzly Man (Werner Herzog, 2005). El hombre amaba los osos. Y se pensaba que los osos le amaban a él. Por eso pasaba largas temporadas viviendo con ellos. Hasta que un día de octubre de 2003 un grizzly se cansó de sus chorradas de hippy bípedo y se lo comió. Y a su novia con él. Lo siento por ella. Gilipollas. Roberto Aguirre © humorenlared.com |
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