Butaca de Gallinero: Lingotazos
Los de CentroCentro, que albergaron la primera proyección del madrileño Cine de Verano de Cibeles, se pensarían que habían descubierto la rueda. Lo de escuchar películas clásicas del estilo de El Crepúsculo de los Dioses con auriculares inalámbricos le parecería la repera a una parroquia que denominaba “sesión gamberra” a la proyección de grandes hitos del nihilismo destroyer como El Apartamento. El despiporre padre. Pero, desagravios impertinentes cargados de resentimiento aparte, lo que los medios han vendido como más revolucionario y contracultural de esos encuentros cinéfilos ha sido que se podía tomar gin tonics durante las sesiones. Quienes acudieran a ver esos clásicos podían pegarle un lingotazo al cóctel de turno. Mastroianni en gafas de sol se peina en el coche. Lingotazo. Jack Lemmon cena comida precocinada frente al televisor. Lingotazo. Gloria Swanson baja por la escalera. Lingotazo largo que esto está acabando. Ahí nació el mencionado resentimiento. Porque el resto del año nos toca acudir al cine, muchas veces por compromiso y de mala gana, y tragarnos Exodus o Fast & Furious 7 a palo seco. Es en esas ocasiones cuando hacen falta los gin tonics, los bloody marys y los solisombras. A mí no me hace falta enturbiar mi torrente sanguíneo para disfrutar con Billy Wilder. Pero no hay alcohol en el mundo para sobrellevar al último Ridley Scott. Aunque todo es ponerse. Roberto Aguirre © humorenlared.com |
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