Puños fuera: Punto de mira
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La parada estival, para quien pueda permitírsela, brinda la oportunidad de relajar la mirada y estirar las miras. Enfrentarse, por ejemplo, desde la cima de una montaña al espectáculo en el que se enfrentan un cielo infinito y unas humildes cumbres que desde su base nos parecen hercúleas. O contemplar desde la costa, la absurda línea del horizonte, donde el mar parece precipitarse a la nada y proclama la verdad redonda del mundo. Y, al contrario, relajar el músculo óptico y observar la marabunta de insectos o crustáceos, emergiendo, sigilosos, desde sus confines subterráneos, frente al petulante bullicio de los erguidos.
Jtxo Estebaranz©humorenlared.com |
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