marzo 14, 2017

Juego de niños: Chuches

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Ir con una criatura de diez años a ver una exposición de expresionismo abstracto puede ser arriesgado. “No me gusta”, “Los cuadros son feos”, “Está todo arrugado/roto/oscuro/manchado”. Vale. Si es que tiene razón. Son feos, feos. Lo que se dice feos con ganas. Con las ganas de cada pintor.

Pero claro, a ver cómo se le explica a una criatura en ciernes que algunos cuadros muestran de ese modo las emociones del artista, el sinsentido de la vida o el deseo de un mundo diferente. Pues así mismo. No digo yo que entremos a debatir sobre filosofía existencialista, no se me malinterprete. Basta con que aprendan que en este mundo hay de todo y que a veces toca merendar lo que no apetece. Porque tampoco pasa nada porque se aburran un rato. Tanta extraescolar a medida, tanto ¿qué quiere mi pichín, mi cuquirritín?, que al final niños y niñas se piensan que todo el monte es orégano. El orégano ese, entiéndase, de “lo que quiero, cuando lo quiero y como lo quiero”.

¿Que termina detestando concienzudamente algunas cosas? No pasa nada. Todos tenemos filias y fobias. De momento sólo le gustan los bodegones hiperrealistas de chuches, esos que vimos hace un par de años en el Museo de Bellas Artes. Algo es algo ¿no?

Elene Ortega Gallarzagoitia © humorenlared.com

 

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