junio 6, 2017

Puños fuera: Recortes

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Cuando los quince años gloriosos de la Globalización finalizaron, ahora hace diez, el concepto de moda entre sus críticos era “la obsolescencia programada”. Con aquellas grandes palabras se nos explicaba que el maquiavélico capitalismo diseñaba en secreto sus productos industriales para que dejaran de funcionar al de un tiempo concreto, con independencia de su verdadera vida útil. El ejemplo estrella eran las bombillas creadas para fundirse en breve, y el mito hablaba que una robusta bombilla, ajena a la conspiración, seguía luciendo sin descanso ni griparse en la desaparecida Alemania comunista.

Y así llegaba la crisis, tiempo en los que los yogures dejaron hasta de caducar, en el que el capitalismo se reinventó con nuevos productos, como el vaquero ya desgastado a base de enchufarle manguera con agua de lija, que tantos empleos tóxicos generara en el sudeste asiático. Ahora en la maquila, un nuevo puesto de trabajo consiste en, finalizados los pantalones y a puro golpe de tijera, dedicarse al tajo en rodilla o medio muslo, dejándolos hechos puré e inservibles para un mínimo trote. La obsolescencia programada al alcance de todos. Y usted que lo compre.

Jtxo Estebaranz©humorenlared.com

 

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