Vacaciones. Preciosa palabra. Cómo nos gusta olvidarnos del trabajo. Y quien diga lo contrario, miente. Yo no confiaría en alguien así. Como aquellos que afirman que no dejarían su empleo aunque les tocase la lotería porque se aburrirían. ¿De verdad? ¿Hay gente tan simple que no se le ocurre absolutamente nada para entretenerse? Que no, que no me lo creo. Otra cosa es que tengas un problema grave de avaritia stupidus y aún pudiendo usar los billetes de quinientos (existen, ¿no?) como papel higiénico, quieras más y más dinero.

Acabo de llegar de un viaje de esos que marcan. Paisajes increíbles que pocas fotografías consiguen reflejar. Bueno, por lo menos las mías. Tengo un don. Consigo capturar lo peor de cada lugar, de cada persona. No obstante, a pesar de que la mayoría prefiramos lo bueno aunque haya que inventarlo, seguro que hay algún masoquista al que le encanta lo que hago. Alguien con la vida perfecta seguro que me contrata como fotógrafa. Decidido. Voy a currar con esas personas que confiesan que nunca dejarían su trabajo. Por cierto, para que os hagáis una idea, la foto que sale en esta columna, me la saqué a mí misma. Nada más que añadir.

Maite Ortiz de Mendívil © humorenlared.com