noviembre 22, 2017

Puños fuera: Franquicia

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La franquicia bandera del Bilbao turístico está de celebración. Veinte años de que se “ganara” en la puja para colocar la sede europea del Solomon R. Guggenheim en la ciudad, a cambio de la construcción de un edificio extravagante que costó sus 14 mil millones de las entonces pesetas y de que se “lograra” el convenio para la exhibición de los fondos artísticos propiedad de la fundación norteamericana a razón de un par de milloncetes de euros fijos al año por uso de la marca, más gastos. De que se adquiriera como guinda, una escultura de una enorme mascota floral perruna rechazada por numerosos museos por su alto coste de mantenimiento.

Dos décadas de un “edificio singular” saludado con coñas populares del tipo “si es así la lata, cómo será el espárrago”, y que, salvo en promociones gratuitas de las entidades e instituciones promotoras del desvarío, los lugareños rara vez han traspasado sus puertas. De que se dijera que los reflejos morados del titanio que lo recubre, eran la sangre de quienes cayeron en los accidentes laborales que jalonaron la obra. De un franquiciado que finaliza en menos de otros veinte años. De todo ello, con franqueza, ¿hablamos?

Jtxo Estebaranz©humorenlared.com

 

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