marzo 16, 2018

Mens Insana: Motivos personales

Se me pone la mueca del Joker cuando escucho los mantras que muchos repiten para tratar de esquivar el rechazo social cuando abandonan a sus perros. Sabemos que el mundo de la caza es tan perjudicial para el tuso como los campos de concentración lo eran para los judíos. Este maltrato es tan viejo que ha dejado cicatrices profundas en el refranero popular. “Al galgo cadena, buena cama, pan duro y tierra llana”. “Algo es algo, dijo al ver un hueso el galgo”. “Algo es algo, y roía la correa el galgo”. Es hipócrita ceder ante la postura de que son los cazadores los únicos que maltratan y abandonan a sus perros. Aborrezco esa creencia de que todos los demás somos ángeles guerreros caídos del cielo. He escuchado excusas de lo más cínicas. Muchos son padres y madres de familia que a su vez están dando una encomiable lección a sus vástagos.
Si otrora el perro satisfacía determinadas necesidades y ayudaba a canalizar deseos y frustraciones, cuando se le encuentra sustituto sobra. Es la digestión mental que hacen muchos cazadores. El día de mañana no debiéramos extrañarnos si el lanzamiento de ancianos, verja mediante, al interior de los geriátricos se erige en modalidad olímpica. Quizá tampoco, si estos lugares se convierten en museos del horror de personas olvidadas a las que alguien algún día les dijo que las quería. Porca miseria.

Sheila Blázquez © humorenlared.com

 

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