junio 28, 2018

Juego de niños: Esclavitud

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Lo que me gusta de escribir es que puedo tomarme mi tiempo para juntar las palabras. Si voy a contribuir al guirigay, por lo menos que sea con algo meditado. Por otra parte, da gusto cocinar tranquilamente el texto. Así que eso de vomitar opiniones todo el rato en las redes sociales me parece un infierno digno de un cuadro de El Bosco.
Según el proverbio, cada cual es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla. Si me lo aplicase a rajatabla, igual ya no escribía más. Pero como de momento no voy a ingresar en un monasterio cartujo o trapense, pues aquí estoy. Claro que, en un momento dado, cualquiera puede cansarse del ruido y optar por el silencio, desde Màxim Huerta a Quevedo. Al primero en nueve días le han nombrado ministro, le han pillado en un renuncio, ha dimitido y ha cerrado su cuenta en Twitter. El segundo, después de años de intrigas palaciegas, se recluyó en un pueblo de La Mancha y se dedicó a leer. “Retirado en la paz de estos desiertos / con pocos pero doctos libros juntos / vivo en conversación con los difuntos / y escucho con mis ojos a los muertos”. Así escribió el que se había metido en tantos líos. Esperen, una loa a la vida tranquila y la lectura reposada… ¡en sólo 154 caracteres! Hasta caben en un tweet.

Elene Ortega Gallarzagoitia © humorenlared.com

 

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