diciembre 24, 2018

Gora Euskadi: Gora nosotros

El público objetivo de la prensa es inabarcable. Más allá de las características sociopolíticas que definen al lector de esta o aquella cabecera, existen factores aglutinantes que engloban a los consumidores de un periódico. El primero es saber leer, por lo menos a nivel de usuario, aunque las fotos de accidentes, redadas, edificios reventados por obuses o celebrities posando sonrientes durante un ágape benéfico ayudan a suplir carencias alfabetizadoras. El segundo factor, y tal vez el más importante, es la generación de una conciencia de grupo. El lector debe sentirse parte de una comunidad que, si bien no se da codazos cómplices ni se reconoce con un saludo secreto cada vez que ve a otro semejante hojeando el mismo diario, sí comparte una afinidad geográfica, social y/o cultural.
Esto la prensa puede conseguirlo de dos maneras. La más amable es la potenciación de los factores que nos unen, con mucha noticia local, mucha concentración solidaria, mucha bandera del Athletic y una pizca del paternalismo, que nunca viene mal, que destilaban secciones como Nuevos vascos. Pero los medios, espoleados por su sacrosanta defensa de los valores del máximo común denominador, a veces deben quitar los complejos a su público y empoderarle frente a los otros. Esto se logra, a su vez, de dos maneras. Mediante la amenaza, que pretende amedrentar a quienes se nos enfrentan, lo que es una cosa muy fea y políticamente incorrecta, o mediante la condescendencia, que busca evitar el desprecio abierto a los ajenos pero ensalza la superioridad moral de los propios. En raras ocasiones, un titular, en un brillante retruécano del lenguaje, es capaz de aunar estas dos maniobras. Es el caso del que aparecía en la web de la cabecera estrella de Vocento: «Euskadi busca aprovecharse de la contaminación en China». Un aplauso.

Ese encabezado no sólo pone en valor la astucia, el coraje, la resiliencia, el know how y el je ne sais quoi de los vascos, sino que lo hace en contraposición a la amenaza de oriente, esos chinos guarros y contaminantes, que no van ni a saber por dónde les lloverán los golpes, asestados con la fuerza de Urtain y la rabia de un cooperativista del grupo Mondragón. En sentido figurado, claro, no vayamos a hacernos daño. El titular parece justicia poética, una vindicación divina que complementa aquel otro de EL CORREO, de marzo de 2015, que rezaba “Comerciantes chinos acaparan Autonomía [una calle de Bilbao] y desplazan a los negocios de toda la vida”. Dulce venganza, podría pensar el redactor de la noticia, mientras degusta, satisfecho, un txuletón de Berriz libre de glutamato monosódico.

Por supuesto, el periodismo, siempre responsable, es un juego de amagar y no dar. La promesa apuntada de presentar a Euskadi como agente capaz de sacar tajada del desarrollismo elefantiásico de China, oportunista sí, pero también redentora e higienizante, queda reducida en el cuerpo del texto a potencialidades, incertidumbres y anhelos para las empresas vascas que quieren hacer las Asias. Un compendio de expresiones como «ventana de oportunidad», «habría que», «puede», «nos han dicho que tienen interés»… Mucho pil-pil para tan poco bacalao. El chauvinismo ya no es lo que era.

Héctor Sánchez © humorenlared.com

 

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