marzo 28, 2019

Butaca de Gallinero: Blitzkrieg

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El cine siempre ha visto con recelo a la televisión. No sin esfuerzo, la amenaza de la pequeña pantalla ha conseguido ser neutralizada durante décadas. El cinemascope o las superproducciones capearon el temporal y, como los tanques o el gas mostaza durante la I Guerra Mundial, aplicaron la tecnología y el ingenio para contener las sucesivas ofensivas catódicas y contraatacar. En el momento actual la televisión parecía tomar la delantera. Controlaba el teatro de operaciones y avanzaba posiciones. Ganaba en el frente de la calidad del producto, del número de espectadores y de la repercusión mediática, gracias en parte a Heisenbergs, Targaryens y streamings varios. Pero la televisión, no contenta con tener la superioridad, ha iniciado la gran invasión. Ya no sólo despliega batallones y defiende plazas. Ahora las toma.

La batalla es desigual. La Berlinale, impotente, decidió impedir el concurso de la última película de Isabel Coixet, Elisa y Marcela, alegando precisamente que no se trata de una película sino de un telefilm. De Netflix, concretamente. Por su parte, la ceremonia de los Oscars a punto estuvo de plegarse a las exigencias de las cadenas de TV y entregar algunos premios durante las pausas publicitarias. En esta guerra sucia se verterán sangre, sudor y palomitas.

Roberto Aguirre © humorenlared.com

 

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