A veces un gesto es el inicio de una gesta. Como el de Greta, la chavala sueca que ha conseguido movilizar con su ejemplo a miles de jóvenes que, como la pequeña Gretel, se niegan a engordar en la jaula dorada del capitalismo mientras éste devora el planeta. Jóvenes que vivirán en ese medio plazo futuro de las peores previsiones climáticas, mientras negacionistas adictos a la inercia y reformistas maniatados por sus propios límites juegan a marear la perdiz. Chavalería que, como Greta, exige garbo para no heredar solo ruinas.

Y, como es habitual, habrá arribistas que posarán junto a la ola de indignación y cretinos que sancionarán la ingenuidad de las movilizaciones juveniles. Mientras tanto, en el laberinto de la acción colectiva, Greta y sus iguales lidiarán contra la voracidad insaciable del minotauro capitalista, confiando para su triunfo en el hilo que vaya creando el curso de sus luchas.

En un escenario ambiental en el que el horizonte de las nuevas generaciones se derrite, Greta nos arroja el guante de la movilización. Porque en esta inaplazable pelea, del deshielo de la desgana de mayores y del ímpetu garboso de jóvenes, pende la supervivencia.

Jtxo Estebaranz©humorenlared.com