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Lo de subir a la montaña más alta de la Tierra tiene su cosa. Por estos lares nadie lo había logrado hasta 1980, cuando Martín Zabaleta plantó la ikurriña en la cima del Everest. Fue el primer ciudadano con pasaporte español en hollar aquella cumbre, pero una vez arriba pasó de pasaporte y soltó aquello de “Gora Euskadi askatuta!”. Ya se sabe que en los montes suele haber mucho eco. Sería por eso que a su regreso los expedicionarios se encontraron con un tremendo lío mediático. Y todo por tres palabras de nada dichas a todo correr antes de emprender el descenso.
Más tarde, en el 85, fueron catalanes quienes se empecinaron en llegar hasta arriba. Una vez en la cima, entre las bajas temperaturas y la falta de oxígeno debieron de hacerse un lío con el género textil que llevaban en las mochilas. Tantas rayas rojas y amarillas, no me extraña. De modo que colocaron la senyera y bajaron, sin más. Y claro, luego cualquiera volvía a subir, menuda pereza. Así las cosas, en 1987 se puso en marcha la llamada “Expedición de las Autonomías”, con las ideas muy claras y toda la intención de plantar la enseña española. Participaba el ínclito Bárcenas y no lograron hacer cumbre. Hubo que esperar a 1988 para que la rojigualda ondeara en el techo del mundo. De todas formas, eso da igual. Ahora sube tanta gente y todo está tan lleno de basura que, pongas lo que pongas en semejante vertedero, allá arriba no luce ná.
Elene Ortega Gallarzagoitia © humorenlared.com |
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