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La fotógrafa Angélica Dass nació en Brasil, “en una familia muy colorida”, como ella dice. Padre chocolate, madre canela, abuela porcelana, abuelo vainilla, tía cacahuete. Una familia en la que el color nunca fue importante. Pero fuera de casa, el color de la piel tenía muchos significados.
Angélica recuerda “el día que la profesora entró en clase presentándome un lápiz de color llamado «carne». Yo estaba hecha de carne. Yo era marrón, y la gente decía que yo era negra. Yo tenía siete años y una confusión de colores en mi cabeza”. Con la intención de rebatir los estereotipos asociados al color de la piel, creó el proyecto Humanae. Dass ha fotografiado a 4.000 voluntarios en 18 países y 30 cuidades distintas. Hace retratos a la altura de los hombros y con expresión neutra sobre un fondo blanco. Coge un punto de 11 por 11 píxeles de la piel de la nariz y coloca ese color como fondo de la foto. Después localiza el equivalente en la paleta industrial Pantone, cuya clave incorpora bajo la imagen. Expone las fotografías formando grandes conjuntos que ponen de manifiesto la variedad de tonos de la piel humana. Y, al mismo tiempo, la mirada directa de cada retrato, sin más datos que la pura humanidad, interpela a quien lo observa. Y cuestiona cualquier prejuicio. Por muy superficial que sea.
Elene Ortega Gallarzagoitia © humorenlared.com |
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