Juego de niños: Volver a casa
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Presencié con asombro la prisa que tenía mucha gente por salir a las terrazas, por abarrotar parques y paseos, por encontrarse con unos y con otros, por volver a algo que se pareciera lo más posible a la vida de antes del confinamiento. Se diría que mucha gente tiene dificultades para asumir que las cosas han cambiado. Así que guardar la distancia social, ponerse la mascarilla y adoptar las demás medidas higiénicas se convierte en un trabajo demasiado arduo. Lo malo es que con esa actitud ponen en peligro no sólo su salud, sino también la de todos los demás. Cuando comenzó el confinamiento, tras el shock y la fase de ajuste empecé a ver las ventajas de la situación. El mundo se había detenido realmente y esa quietud ayudaba a pensar con más claridad. El silencio y los pocos estímulos permitían poner el foco en lo importante. La sensación de “volver a casa” en un sentido profundo era reconfortante. Vi más claro que nunca la necesidad de simplificar la vida, de vivir responsable y serenamente. Me di cuenta de que cada gesto importa y de que la incertidumbre forma parte de la vida. Ahora, ya en la calle, voy despacito y con otros ojos. Elene Ortega Gallarzagoitia © elkarma.eus |
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