julio 14, 2020

Mens Insana: Fluctuat nec mergitur

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Sólo de pensar en volver a otra cuarentena todo el ánimo y optimismo se inmolan por los aires. Volver de nuevo al cementerio de vivos me desespera e impacienta. La pérdida de tiempo. De control. De no ser dueña de la vida. Una incertidumbre que no asusta pero estorba y preocupa. Y volver a hundirse en la bañera por horas. Impotente. Sin poder hacer camino. Y sin derecho a instalarse en la queja porque no hay hambre y sí todas las comodidades. Es vivir una lucha diaria entre el querer hacer y no hacerlo. Querer pero no tener ganas de nada. Es el tedio. La desgana más inmensa y absoluta como un ancla enorme.

Y ahora que se puede salir y disfrutar de los días, pensar en volver a eso ahoga. No deprime, pero sí pesa. Cansa. Como si me enterraran viva. Cualquier esfuerzo, por mínimo que sea, cuesta una vida. Y no voy a decir lo contrario. Fingir sólo contribuye a volvernos más locos. Así que aquí seguiremos, disfrutando lo que podamos pero esperando el golpe que sin duda llegará. Las fachadas gritan, hablan y susurran. «Pase lo que pase no te asustes, no huyas. Organízate y lucha». Que así sea. Vitaminas en tiempos de Coronavirus.

Sheila Blázquez © elkarma.eus

 

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