Península Histérica: Estado profundo (I)
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Últimamente se han producido dos hechos que habrán sorprendido a quienes creen radicalmente en la democracia. Por un lado, la lluvia de testimonios en favor de Martín Villa por parte de políticos de casi todo signo, sindicalistas y demás «referentes» de la vida del país. Martín Villa se enfrenta a su pasado como servidor de un régimen dictatorial pero no en su país, sino en la Argentina. Ex presidentes, ex secretarios generales, ex ministros que no tuvieron una palabra para las víctimas, alaban públicamente a una persona sobre la que solo se aspira a que responda ante la justicia. Más sangrante ha sido el caso del coro de turiferarios que alabaron la «labor democrática» del rey emérito tras su «abandono» del país. Olvidaron que este dedicaba su tiempo libre a contar y recontar billetes, que no se sabe muy bien de dónde salían. Tal vez ahí resida el problema: buena parte de esas personalidades conocían su afición y callaron en lugar de denunciar. Quizás teman ahora que alguien pregunte cómo fue posible que se consintiera tanto latrocinio. Y tras las preguntas, podría llegar la exigencia de responsabilidades, que se los llevara por delante. Miguel Fernández © elkarma.eus |
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