diciembre 31, 2020

Juego de niños: Navidad

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Lo que me apetece cuando llega la Navidad es ponerme a cubierto. No este año en particular, sino desde hace tiempo. Esa sobreestimulación de los sentidos y las emociones, ese ande, ande, ande la marimorena, ir, venir, comer, beber, comprar, me parece un sinsentido. Sin embargo, se trata de una costumbre muy arraigada. Aparte del negocio que supone, claro está. De manera que ni siquiera la amenaza real y para todo el mundo de contagiarse o contagiar a los allegados es suficiente para generar una reflexión colectiva. Al contrario. Lo que preocupa es “salvar la Navidad”, como si se tratara de una especie en extinción.

Y la postura de los gobernantes no ayuda en absoluto a que la cuidadanía tome conciencia real de las circunstancias. A ver cómo se entiende eso de no salir de casa en Nochebuena y Nochevieja salvo para cenar con familia y allegados. Eso es como no decir nada. Es evitar dictar restricciones claras y contundentes pensando sólo en la reelección.

Esta podría ser una Navidad diferente. Introspectiva, sencilla, reflexiva, generosa y solidaria en lo profundo. Cada cual en su casa. Porque renunciar a los encuentros es hacer algo importante por los demás. Sería el mayor regalo, y no sólo para la familia.

Elene Ortega Gallarzagoitia © elkarma.eus

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