julio 25, 2021

Butaca de Gallinero: Frikismo oficial

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Hace poco más de un mes se celebraba esa fiesta de nuevo cuño que es el Día del Orgullo Friki. Una charada para que quienes un día se pusieron una camiseta de Juego de Tronos (serie cuyo final vieron 19 millones de personas, sólo en Estados Unidos) se sientan parte de una pequeña comunidad elitista de gustos raros y exclusivos a reivindicar. El frikismo, marea mainstream de consumidores masivos y serializados, se une al proverbial (y ya revenido) tributo a los 80. Pero, como en todo, la nostalgia vicaria, o por proxy, es selectiva. Así, es fácil ver a gente ataviada con memorabilia del Sloth de Los Goonies, del Gizmo de Gremlins, del Pinhead de Hellraiser o de Doc y Marty de Regreso al Futuro. Algo menos habitual será toparse con alguien con una chapa del Número 5 de Cortocircuito, y aún más raro será coincidir con el portador de una camiseta de Cocoon.

Pero la prueba de que el frikismo oficial no es un nicho sino tendencia (masiva) es que, a menudo, muchos de sus correligionarios son meros wannabes sin raíces, trasfondo, ni base documental más allá de títulos trillados y tics ensayados. Como una influencer de Instagram con camiseta de los Ramones. ¿Por qué ningún 25 de mayo vemos a alguien disfrazado del Alex Rogan de Starfighter: la aventura comienza? ¿O del drac Jeriba «Jerry» Shigan, de Enemigo mío? ¿O, siquiera, poniéndonos exquisitos, de la Nave Trimaxión de El vuelo del Navegante? Así que, una de dos, o el friki ochentero oficial es un diletante, o yo me he vuelto ya demasiado viejo. Por favor, que sea lo primero.

Roberto Aguirre © elkarma.eus

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