enero 19, 2023

Butaca de Gallinero: Aprender del porno

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A propósito de las bodas de oro del cine de exhibición legal y el porno por los cincuenta años del estreno de Garganta profunda, me da por pensar que el cine porno es un reflejo acelerado del comercial. No me refiero a las tramas de fontaneros y colegialas que han sido muy muy malas, sino que la historia del porno recorre etapas que ya ha recorrido la cinematografía convencional, pero como el ritmo es más rápido (hay años-porno igual que hay años-perro) le ha rebasado y está afrontando situaciones que podría tener que afrontar el cine “normal” en el futuro. La adaptación de la pornografía a los nuevos formatos (cine, video, DVD, superación del formato físico) corre pareja a la de las películas convencionales (cine, televisión, video, streaming), aunque a lo largo de un periodo de tiempo más corto, pero lo que más aterra de esta temible simetría es que, desde hace algún tiempo, el porno se ha resignado a algo que podría provocar metástasis en el cine ordinario: la muerte de la narración.

Del mismo modo que ya sólo vemos escenas de sexo explícito de 40 minutos sin presentación, nudo y desenlace, ¿desparecerán las historias cinematográficas? ¿Será ya todo colecciones de secuencias inconexas repletas de efectos especiales? ¿Deberán sobrevivir los actores como ‘cammers’? ¿Será el Oscar más codiciado el de Mejor coreografía de Tik Tok?

Roberto Aguirre © elkarma.eus

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