marzo 19, 2023

Cómo se hace: ¿Cómo se fabrica un lapicero?

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Desde tiempos inmemoriales, el ser humano se las ha ingeniado para perfeccionar el sistema de escritura. Si bien las tablillas cuneiformes parecía que habían llegado para quedarse, como el láser disc, la aparición de nuevos soportes propiciaron la aparición de la pluma y la tinta. Sin embargo, pronto se evidenció la necesidad de crear un utensilio de escritura no permanente, pensando especialmente en poder borrar la firma y las cláusulas comprometedoras de contratos vinculantes.

Así, la aparición de una gigantesca mina de grafito en Inglaterra en 1665 aceleró la aparición del lápiz, que lo mismo servía para escribir las listas de precios en el mercado del barrio sin necesidad de hacer borrones que para sacarle un ojo a algún salteador de caminos si el lápiz estaba convenientemente afilado.

Los lápices modernos se fabrican mezclando polvo de grafito y arcilla, convenientemente molidos después de pasarlos por un molinillo de café y de hacerles correr dos maratones seguidas, agregando agua, formando minas largas que luego se cuecen en un horno (porque cocerlos en el frigorífico sería una tontería). Las minas se sumergen en aceite o cera líquida, que se filtra en los agujeros minúsculos del material, poroso de por si. Un tablón, generalmente de cedro ibérico, con varios surcos paralelos se corta, formando un listón, y las tiras de grafito y arcilla se insertan en los huecos. Si se rompen no pasa nada, pero luego al afilar el lápiz se desprende la punta con facilidad y dan ganas de matar a alguien. Sea salteador o hermana carmelita. Otro tablón acanalado se pega encima y tras el ensamblaje final se corta el bloque en lápices individuales, que luego se barnizan, se pintan y se perfuman, en el caso de Hello Kitty.

© elkarma.eus

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