La psicrofilia es una filia sexual consistente en alcanzar la excitación sexual sintiendo frío o presenciando como otros individuos lo sienten. Si bien no es una desviación muy común, no es infrecuente encontrar exhibicionistas y froteristas en los alrededores de comunidades de vecinos en los que se ha estropeado la caldera y no tienen calefacción central. “La psicrofilia no es una filia de riesgo, como por ejemplo la de los amantes de los osos salvajes o del cunnilingus a podadoras de césped, pero tampoco es del todo inofensiva. La búsqueda del clímax sexual a través del frío extremo hace que se haya tenido que despegar quirúrgicamente a varios sujetos que habían querido mantener relaciones sexuales con farolas en pleno centro de Helsinki en invierno. Y eso no está bonito”, comenta Sara Ndonga, doctora en psiquiatría y experta en terapias psicomotrices.

Sólo da impresión al principio

La variante voyeurista de la psicrofilia tampoco deja indiferente a los expertos. La observación de varios individuos afectados por esa filia mientras contemplan a dos parejas de voluntarios, restregando su cuerpo en diferentes entornos a diferentes temperaturas ha pretendido arrojar luz sobre la fenomenología de la desviación. Sin embargo, la pareja de hombre y mujer, de unos veinte años, turgentes y tonificados, que se frotaban aceite a 30 grados de temperatura ambiente y la pareja de hombre y mujer, de unos cincuenta, fofos y achacosos, que hacían lo propio a una temperatura ambiente de 5 grados, arrojaban datos parecidos entre los psicrofilicos, con lo que la prueba resultó poco concluyente.

Se desaconseja que estos individuos trabajen en heladerías, por el bien del género y para evitar disgustos de los inspectores de Sanidad.

Dra. Luisa Bergara © elkarma.eus