La vida transcurre entre aldeas remotas, cascadas, desfiladeros abruptos y estampas imposibles de lagos sobre el mar. Los cuentos, las historias y las leyendas se funden con los paisajes igual que la niebla. Y de un instante a otro esa bruma misteriosa, o el aliento frío de los dragones, aparece y desaparece. Estamos en tierra de hobbits, hadas, gnomos y duendes. Un lejano y magnífico paraíso donde en secreto descansan, pescan y cuidan ovejas. La naturaleza y el clima se parece a los marineros. Largos, profundos y verticales surcos en las montañas y los corazones. Lluvia. Sol. Niebla. Silencio. Niebla. De un instante a otro una celebración se convierte en una conspiración.

Cuenta la leyenda que las focas son humanos que se suicidaron ahogándose en el mar. Cada víspera de Reyes se reúnen en la orilla de Mikladalur, se quitan la piel de foca y pasan la noche bailando y divirtiéndose en una cueva. Hasta que un joven intrigado roba una de las pieles. Pero la bella mujer-foca logra al fin recuperarla y escapar. Él se venga matando y cocinando a su familia. Y así cayó la maldición sobre Mikladalur. Hombres que caen por los acantilados mientras cazan pájaros o marineros que mueren ahogados. Aunque eso ya son otras historias…

Sheila Blázquez © elkarma.eus