julio 30, 2023

Butaca de Gallinero: A toro pasado

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Si en mi columna anterior comparaba la evolución del cine denominado convencional y el cine porno, en esta ocasión quiero hacer un apunte, con el permiso de maese Cano, sobre los paralelismos entre la carrera de la industria cinematográfica y la de los videojuegos. En diferentes épocas y a lo largo de diferentes lapsos de tiempo ambas industrias han tenido una etapa inicial experimental (La llegada del tren / Pong), una de aprendizaje (El nacimiento de una nación / Pac Man), una de eclosión (Luces de la Ciudad / Super Mario bros.), una clásica (Casablanca / Tetris), una dorada (Centauros del desierto / Street Fighter II), una postmoderna o de autor (Apocalipsis Now / Shadow of the Colossus), una ultracomercial (Regreso al Futuro / Assassins Creed) y una crepuscular (Todo a la vez en todas partes / Death Stranding). Que el lector esté de acuerdo con mi selección comparada me la trae al pairo porque no es ahí a donde quiero llegar.


A lo que voy es a que en este proceso de contaminación mutua hay una práctica habitual en los videojuegos que parece haberse exportado al cine. Esto es, lanzar el producto roto. Es común sacar al mercado un videojuego incompleto, sin depurar, lleno de errores, que se va puliendo con posterioridad mediante el lanzamiento de parches. Lo importante es que salga en fecha. Y luego ya si eso se arregla. Marvel, con serios problemas en sus departamentos de FX, lanzó rota Quantumania en cines para exhibirla después más maqueada en Disney+. Ya lo hizo con Spider-Man: No Way Home. Menos mal que, como los consumidores finales somos gilipollas, no nos damos cuenta. Un alivio.

Roberto Aguirre © elkarma.eus

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