noviembre 1, 2023

Butaca de Gallinero: Modas pasajeras

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Cuando parece que la última moda pasajera toca a su fin ante los descalabros de taquilla y la falta de eco mediático de las últimas producciones de superhéroes tanto de Disney Marvel como de Warner DC, queda en evidencia que estos ciclos son finitos. Que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista. Pero también que a filones agotados y sobreexplotados como el mencionado, o el género zombie antes que este, le seguirán en el futuro otros igual de cansinos o más, a lo mejor no sin tanto poder para impregnarlo todo por culpa de la segmentación de las audiencias, pero lo suficientemente omnipresentes como para generar mini zetgeists fílmicos que parezcan que no se van ni con jabón Lagarto. Pero esto no es de hoy.

Los historiadores ya saben que el cine marcó una moda desde el instante mismo de su nacimiento. Así, la primera película exhibida ante un público fue La llegada del tren (1895), de los Lumière, en la que se podía ver a gente saliendo de los vagones y abarrotando la estación. El éxito hizo que repitiesen la fórmula en Obreros saliendo de la fábrica, cuyo título no llamaba a engaño. La tendencia era imparable y saltaba fronteras. El español Eduardo Jimeno Correas estrenaba en 1897 Salida de la misa de doce de la Iglesia del Pilar de Zaragoza. A finales del siglo XIX los espectadores pensaban que el cine era ver a gente saliendo de sitios y que esa moda no acabaría nunca.

Roberto Aguirre © elkarma.eus

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