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Otra vez. Vuelve la época navideña. Esos días del año en los que hay demasiada gente por todas partes, demasiado borracho donde siempre y más compromisos que nunca. Todo ello, con la misma banda sonora, luces navideñas por doquier y más comida de la que cualquier ser humano debería comer. Además, en un clima cada vez más caribeño gracias al cambio climático. ¡Qué maravilla!
Y no nos olvidemos del summun del consumismo: los regalos de Navidad. Que si amigo invisible en la oficina, Olentzero para la sobrina adolescente, Papá Noel para el cuñado, Reyes Magos para la suegra… Y ahora no tengo tiempo ni ganas de pensar qué comprar. Y tampoco me gusta recibir obsequios inútiles. Encima, todos tenemos ya de todo, ¿no? Pues me acaban de sorprender (nunca mejor dicho) con un vale para hacerme la manicura permanente. Yo, que nunca llevo las uñas pintadas. ¿Una indirecta?
Pues eso. Me toca unirme al postureo hashtag christmastyle: Ponerme unas uñas con cuernos de reno y nariz de Rudolf, subir una foto a las redes sociales agradeciendo el detalle y felicitar las Fiestas a todos. Lo de los whatsapps deseando feliz año, lo dejamos para otro día. Fun, fun, fun.
Maite Ortiz de Mendívil © elkarma.eus
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