Mira que está rico el pulpo a la gallega. Pero desde que vi un documental sobre la amistad entre un submarinista y un cefalópodo, ya es que no puedo. Lo que el pulpo me enseñó es la historia de un documentalista deprimido que se sumerge a diario en el mar para encontrar un sentido a la vida. Se topa entonces con un pulpo y establece con él una curiosa relación. Bajo el mar, el ser extraño y desorientado es el buceador. El pulpo fluye junto a todo lo que le rodea en su vida submarina. Nada que ver con aquel pobre pulpo en el garaje del dicho español.

El caso es que siempre me han caído bien los seres que parecen sentirse fuera de lugar. Así que cuando leí El extranjero experimenté una inmediata simpatía por Meursault, su protagonista. Un par de años estudiando francés y por fin puedo leer la obra de Camus en su lengua original. Es más, mientras leo la novela, escucho la grabación que el propio autor realizó de esta obra. Inmersión total. Compruebo que el hedonismo y la indiferente neutralidad de Meursault ante el absurdo existencial no suelen caer bien. Me hace gracia. Pero no todo el mundo piensa lo mismo. “¿Qué te parece el protagonista de El extranjero?”, pregunto. “El puto amo». Pues estoy de acuerdo.

Elene Ortega Gallarzagoitia © elkarma.eus