julio 24, 2024

Puños fuera: Agostados

columna_jtxo_cabecera_gr
columna_cabecera_gr

En mi barrio, entre el Gobierno Militar y el colegio de las monjas, existe un triángulo protegido por altas verjas. A diferencia de las de las monjas, que son recios muros entre los que se amaestra al mayor porcentaje de alumnado inmigrante extracomunitario de la CAV, las verjas del triángulo son de las que permiten saber qué hay al otro lado, y si te aburres puedes hasta introducir la mano. Poca gana de vacilar da el muro de enfrente, el de los militares, que sustituyeron ya sus bizarras torretas de vigilancia, donde se aburrían reclutas forzados y se encaramaban insumisos disfrazados, por astutas cámaras. Ahora las máquinas registran con disimulo el garbo y la identidad de cada uno de los peatones que por allá nos arrimamos.

El acorralado triángulo, con todo, llama poderosamente la atención en un barrio en el que la alfombra de asfalto de la urbanización acabó con todo resquicio de naturalidad. Se trata del huerto escolar del colegio, que en esta temporada rebosa de sabrosos frutos. Lo primero que llama la atención del viandante es que un ser vivo pueda labrar su hueco y desarrollarse en tamaño entorno. Pero la huerta crece día a día, y los vegetales finalmente llegan a mostrarse en su esplendor para alegría del espectador que vuelve así a creer en la capacidad regeneradora del ciclo de la vida. Lástima que se multipliquen en la temporada de verano: toca vacaciones escolares y los esperados frutos se mustian y pudren inútilmente entre muros y cámaras ante el impotente peatón, testigo una vez más del estéril y agostador ciclo del capitalismo.

Jtxo Estebaranz © elkarma.eus

Pincha aquí para descargarte el PDF de EL KARMA 230

Pincha aquí para ir a otras columnas de Jtxo Estebaranz

Pincha aquí para ir a las columnas de los colaboradores más buscados