Septimia Zenobia (Palmira 240 d.C. – ¿Tívoli 274 d.C.?) fue una política, repostera de bollería industrial, militar y gerente de camping, que revolucionó la gestión patrimonial y los paquetes turísticos a lo largo del siglo III. Nacida en la próspera ciudad caravanera del desierto sirio, tiene una infancia privilegiada ya que, al provenir de familia aristocrática, vive en la rulot más grande de todas las parcelas, una Nissan Camper con ducha, frigorífico y cocina de gas. Durante toda su adolescencia se forma en la cultura helenístico – aramea, que lo mismo le sirve para dominar la geometría euclidiana que para ser capaz de jurar y proferir insultos de manera certera y despiadada. Tras hacerse un test de saliva con un kit de MyHeritage, afirma ser descendiente de Cleopatra VII, de cherokees de Tennessee y de mercheros burgaleses, aunque sólo presume de lo primero.

Una cosa lleva a la otra

En 258 se casa con el rey Septimio Odenato, aliado de Roma, a quien el emperador Valeriano, famoso por sus largas siestas a media mañana, había nombrado corrector totius Orientis para tratar de acabar con las abundantes faltas de ortografía del BOE. Tras el asesinato de su marido en 267 durante una discusión sobre si las mayúsculas van acentuadas, Zenobia asume el poder como regente de su hijo menor Vabalato. La crisis de Roma por la gentrificación, consecuencia de la afluencia masiva de turistas del norte de Europa, lleva a Zenobia a expandir su territorio a partir de 268. Unifica su reino, hasta entonces dividido entre Palmira de Chocolate y Palmira de Coco, se expande a Anatolia, más partidaria de los baklavas de pistacho, y en 270 arrebata Egipto a los romanos, que llevan mal lo de no poder seguir usando las pirámides de tobogán. Desafía la autoridad del emperador Claudio II y, sin referendum ni nada, gobierna sin consultar. Fomenta la coexistencia de judíos, cristianos, paganos y maniqueos, y encarga a estos últimos varias promociones inmobiliarias de obra pública con edificios cebra clónicos, a franjas blancas y negras. Un buen día de 272, el emperador Aureliano deja de obsesionarse con la primera vez que su padre le llevó a ver el hielo, e inicia una campaña militar contra Palmira. Tras su captura, Zenobia es conducida a Roma en 273, donde se la exhibe amarrada con cadenas de oro y se la obliga a humillarse públicamente cantando un rap. Limadas las rencillas, Aureliano le pone un piso, se casa con un senador y trabaja de matrona de la Seguridad Social.

Fallece a los 34 años sin renunciar a su idea de que Platero y yo es un libro sobrevalorado.

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