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He cambiado el telediario por la piscina.Antes ser facha era pan comido: retrato de Franco en la repisa y politono del NODO en el Nokia 3310. Hoy el pollo ya no se ondea en la bandera, se pide con patatas a través de una app. Basta con gritar que los impuestos son un robo mientras renuevas Amazon Prime para que el paquete te lo suelte un dron en el felpudo a ritmo de Fórmula 1. Antes llamabas al médico y tenías cita en el día; ahora te tragas semanas de espera y acabas pillando un seguro privado.
El facha 2.0 no desfila, binge-watchea; no alza el brazo, agita la factura de su asesor en Andorra. Además, ahora las influencers del exilio dorado vuelven a España al descubrir que aquí la quimio no se cobra como la entrada a una bacanal de Diddy. Mientras Palestina sangra y Trump monta su circo de tres pistas y una neurona, aquí el drama nacional es IRPF o disfraz de nómada digital. Veo en TikTok cómo una barca de inmigrantes encalla en la orilla y la gente la empuja de vuelta al mar como si fuera un bote averiado. Ese es el cuadro: facha Prime y woke de quinoa bio, el reinado del yo primero. Lo común muriendo en la barra del bar, mientras todos marcan menú individual para llevar, like incluido.
Maite Ortiz de Mendívil © elkarma.eus |
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