Visité a un astrólogo, como quien va a la revisión del médico. Acudí a su consulta, quería saber qué me deparaba el futuro una vez más. Un cuadro del Dalai Lama ocupaba la media pared de la habitación. Me habló de mis vidas pasadas y reencarnaciones, de mi misión en la vida. Me dijo que era un pájaro y que si querría podría convertirme en una líder de la política. En ese momento tendría que haberme levantado de la silla y salir corriendo. Sentí ese retortijón matinal del café y cigarro.
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Igual debería haber pasado antes, lo de que todo el mundo se sumase a la huelga del clima. Lo digo porque ya es demasiado tarde. Dicen que seguramente el mundo termine en 2050 o que la tierra ya no sea la misma de antes, que nos ahogaremos en nuestro propio Apocalipsis. No sé cómo no nos hemos extinguido primero. Deberíamos estar ya todos muertos. Sobre todo los grandes hombres blancos de poder que os habéis encargado de cargaros el propio aire que os permite disfrutar de vuestros billetes en el paraíso del heterocapitalismo y vuestra economía de poder colonial. (Más…)

Llevo casi tres meses viviendo en otro continente. Tres meses que parecen tres años y a la vez tres semanas. Me preguntan si mi vida ha cambiado, si yo he cambiado, cómo me siento, qué voy a hacer en el futuro, si voy a volver. He hecho un recuento y todavía tengo mis dos pies, ojos y una cabeza, y eso seguirá conmigo en cualquier parte del mundo a no ser que tenga un accidente, un imprevisto. Eso es lo que tengo, lo que he encontrado en este tiempo: mi cuerpo. A menudo acudo a esta frase: partir es siempre partirse en dos, de Cristina Peri Rossi. Partir es darte de hostias, dejar de leer la maldita prensa del país adjudicado, de responder correos, whatsapps y toda esa mierda. (Más…)