Es verdad. Las cosas ya no son lo que eran. Ni en la familia, ni en la comunicación, ni en las vacaciones, ni en el ocio, ni en la Iglesia, ni en los partidos políticos, ni en el fútbol. Todo ha cambiado. No darse cuenta de ello anuncia un buen coscorrón.
Lo hemos visto en las elecciones del 28 de abril y del 26 de mayo. La gente se moviliza o se queda en casa en función de mil motivaciones e impactos, que antes no contaban, y sólo deja claro que el dueño del voto es él o ella. Antes no era así. En tiempos de la II República, Victoria Kent y varias sufragistas no querían que se aprobara el voto de la mujer porque decían que estaban influenciadas por el confesor o el marido. Afortunadamente Clara Campoamor logró en histórica votación que todos los ciudadanos, independientemente de su sexo, pudieran votar. (Más…) |