Siento una impotencia elevada al cubo. Sí, como si tuviese la pierna amputada y me picase justo la planta del pie que no tengo. Mi mano se acerca, pero no hay nada que rascar. Tampoco hay donde rascar en las cabezas de la gente y eso que sí las tienen sobre los hombros, aunque muchos estarían mejor sin ellas. Es alucinante el racismo, clasismo, machismo, fascismo, gilipollismo y todos esos ismos que hay. Si me vendiesen un arma en la tienda del barrio, me los cargaba a todos.
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XX. Voy a hablar de esos individuos ligados a dos cromosomas sexuales iguales. Y no, aunque use las palabras equis y sexual no voy a contar nada pornográfico. Quiero hacer mención al feminismo. Un movimiento de moda: cualquier millennial va a ser feminista, al menos a través de Instagram. No obstante, todavía se tiene la imagen de mujeres que odian a los hombres y es complicado cambiarlo. (Más…)

Cuando era pequeña, los niños me levantaban la falda para verme las bragas. Yo les daba después una patada en sus genitales. Lo surrealista es que lo seguían haciendo y eso que usaba unas botas para pies planos que no eran precisamente livianas. Mi tutora llegó a hablar con mi padre. Sí, levantar una falda era cosa de niños, pero que yo pegase era una conducta inaceptable. Aunque parece una tontería, refleja demasiado cómo es todavía la sociedad. Nadie enseña al chaval a no agredir sexualmente y se sobreentiende que cuando una chica lleva falda, le pueden pasar estas cosas.
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