Isolamendua pasatu eta gero, hasten da uda eta turismoaren industriari mesedea eginez, desagertzen dira hartutako neurri gehienak (musukoak edo, nik diodan moduan, mozalak salbuespen) eta berriro handitzen da inoiz dezagertu ez zen koroabirusa. Orain turismo garaia bukatu egin dela, hasiko dira nonnahi udan zehar hartu eta mantendu behar ziren neurriak. Ekonomiak agintzen duenean guztion osasuna kaltetuta gertatzen da, eta hau behin eta berriro ikusi dugu, baina ez dugu ikasi, haiek bai, zoritxarrez.

Asko hitz egin da koroabirusa antzemateko instalatu beharreko APPak direla eta, pribatutasuna, konfidentzialitatea, etab non gelditzen diren. Nik apostua egin dut https://opencoronavirus.app/ -en alde. Gardena, kodea Github-en ikusgai dago, Ionic erabili dute programazio mailan eta administrazio ezberdinen eskuetan jartzeko asmoa agertu dira hasieratik. Ekimen interesagarria, benetan. (Más…)

El KARMA: ¿Saldremos de esta mejores, más fuertes?
Yuval Noah Harari: Primero saldremos más endeudados y, luego ya si tal, con los pies por delante. ¿Se siente mejor?

E.K.: Me refería en términos históricos, que es su campo ¿no?
Y.N.H.: Pues a ver. Hay muchos imbéciles que se creen que saben lo que es la guerra, sobre todo aquellos que no han estado en una.

E.K.: ¿Uh?
Y.N.H.: Que sí, que nos gustan las cosas bien claritas, buenos y malos, héroes y villanos, de esos siempre hay, pero la mayoría de las veces no son los que nosotros creemos. (Más…)

Lo mismo ocurre con la libertad de expresión.

Le escuché al presidente Sánchez responder enfático a la pregunta de un periodista en la sala de prensa de la Moncloa cuando éste le preguntó si sabía dónde estaba el rey emérito. «No, no lo sé» y se quedó tan ancho. A los días se supo que estaba en Abu Dahbi y entonces lo supimos todos, como en su momento lo supo Sánchez. No se puede mover por el mundo un ex jefe del estado en un avión particular, con ayudantes, maletas, muletas, máquina de contar billetes, trajes, embajadores y policías sin que lo supiera el jefe del gobierno. Sánchez nos trató como a niños de primaria.

Lo curioso fue que nadie se sintió ofendido por semejante cara de cemento y también fue curioso que ningún periodista le replicara ni que otro le dijera que estaba mintiendo. Se da por bueno que mentir, como ha hecho Trump con el Covid 19, está permitido. Por lo menos en tiempos de Pinocho a los mentirosos les crecía la nariz y la gente sabía a qué atenerse. Aquí celebran que la mentira sea asumida con normalidad. (Más…)