Quienes tenemos ya cierta edad convivimos de chavales con algunas costumbres de posguerra, el último de los periodos de extrema necesidad hasta la fecha por estos lares. A las ya criaturas de la sociedad de consumo, descubrir en casa un alijo de latas y paquetes celosamente apilados nos flipaba y, de vez en cuando, nos solucionaba las carencias de finde sin los papis; a saber, estas manías de quienes torearon la vida con cartilla de racionamiento, chocaban ya con los hijos del desarrollismo, más interesados en convertir el cuarto de la despensa familiar en un imprescindible trastero donde acumular obsoletos cacharros. (Más…) |