marzo 28, 2018

Butaca de Gallinero: Oscars

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Me dan igual los Oscars. Más o menos tan igual como yo les doy a los Oscars. Porque es una noche en la que está todo el pescado vendido. En los festivales, ya sea Cannes, Donostia, Venecia, Sundance o Aguilar de Campoo, las productoras acuden con sus retoños cinematográficos, y deambulan durante unos días a la caza de distribuidores con ganas de marcha. Los premios son la guinda del pastel. Dan gloria, sí, pero, sobre todo, son la antesala del parné. Más o menos. Sin embargo los Oscars premian a películas que ya ha sido exhibidas o están en ello. Ya les han hecho la ola en Rotten Tomatoes. Ya las han despellejado los trolls de turno en Twitter y en los comentarios de todo podcast fandomero que se precie. Ya se ha metido la moneda en la ranura. Sólo falta darle a la palanca y esperar a que aparezcan las cerezas.
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marzo 26, 2018

Hadouken! Hadouken!: Las tres conchas

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Tras diez años y otras tantas entregas de la saga Assassin’s Creed, Ubisoft había conseguido al fin hacer un buen producto, pero la ha acabado cagando, como siempre. Hace un par de semanas lanzó una actualización para el último (es un decir) capítulo, Origins, titulada Discovery Tour. Se trata de una curiosa iniciativa que permite recorrer el escenario del juego, ambientado en el antiguo Egipto, de manera didáctica, para explorar la arquitectura y cultura de esa época sin los combates ni sus tediosas mecánicas, para que se pueda enseñar en colegios. Parece una gran idea, impropia de la compañía francesa, ¿verdad? El problema es que los muy gabachos han censurado las estatuas, tapando tetas y pitos con conchas, no vaya a ser que algún inocente alumno o pervertido profesor se excite. O quizá sea porque hay alguna estatua de Oriol Junqueras.
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marzo 24, 2018

Oreja a la Plancha: Ruido de fondo

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Cualquier nota, tocada de cualquier manera en cualquier instrumento por alguien que tenga un poco de sangre en las venas, tiene mucho más valor que el más acertado de los discursos que se pueda emitir sobre ella. Mientras hablamos de las “buenas o malas acciones” de nuestros artistas favoritos, o de los que odiamos a muerte, mientras reprobamos la última gilipollez de Metallica, debatimos sobre cuestiones éticas relativas a la libre circulación del audio, o especulamos sobre la enésima muerte de un músico en extrañas circunstancias, las notas que toda esta gente ha dado, está dando y dará, nos miran desde su propia dimensión, inasequible a nuestros limitados melones. Y allí se deben descojonar vivas mientras bailan y cantan sus movidas primitivas, a cuya comprensión sólo podríamos acercarnos, y de lejos, si lográramos bajar nuestros estruendosos humos a un nivel tan bajo, tan testimonial, que a ver quién es el guapo. (Más…)

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