Gora Euskadi: Giro inesperado
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El ciudadano de a pie, cándido y confiado de los parabienes que la vida le reserva, camina demasiado a menudo con una venda en los ojos que le impide ver lo que la verdad esconde. Un paño de exceso de confianza que le hace creer a la persona, en su ingenuidad, que habita un mundo mucho más apacible y seguro de lo que en realidad es. Un trapo de ignorancia que le hace vivir en ese placentero lugar donde todo es lo que parece. Y ahí es donde entra la prensa, más reflexiva que las frívolas radio y televisión (no hablemos ya de los confidenciales de internet) para desprender la venda del individuo, bien con un mero zarandeo de hombros, bien con un bofetón epifánico. Todo metafórico, por supuesto. A priori. Y en esa sagrada tarea emancipadora andaba el diario EL CORREO cuando el pasado viernes 17 de septiembre dedicaba toda una página a la información que titulaba “Cuando las drogas están en el botiquín de casa”. El texto tenía como misión alertar al lector de que nuestros adolescentes, seres aviesos y ladinos, no limitan sus tropelías y despropósitos a los incivilizados botellones o al consumo desmedido de drogas ilegales. Esos cachorros desagradecidos también aprovechan para esquilmar el botiquín familiar con frenesí dionisiaco en busca de ansiolíticos y otro tipo de substancias farmacéuticas para evadirse de la realidad. Afortunadamente ahí esta el diario de Vocento para revelar, en un anti intuitivo giro de los acontecimientos, que las dogas legales son drogas. |