Desde el descubrimiento del fuego y la invención de la rueda, probablemente el mayor avance de la humanidad ha sido el perfeccionamiento de la técnica que permite deshuesar las aceitunas y rellenarlas de anchoa. Durante el periódo en el que los seres humanos eran cazadores – recolectores, las aceitunas debían comerse tal cual, arriesgándose el neanderthal o cromañón de turno a perder piezas de la dentadura (ya de por si maltrecha durante los duros tiempos prehistóricos) con cada ensalada mediterránea que preparaba. Con la llegada del la agricultura, la ganadería, el sedentarismo y los asentamientos humanos permanentes, la especialización de las tareas permitió disponer de más tiempo para la elaboración de los condimentos alimentarios. Así, los humanos comenzaron a domesticar ardillas albinas (e incluso cangrejos ermitaños, muy habilidosos) para cortar parte de la aceituna y rellenarla con anchoas y, mucho más tarde, con pimientos de piquillo. (Más…) |