El paciente A, recluido en el Centro de Trastornos del Comportamiento San Germán de Tertsch, se había mostrado apático hasta que comenzó a reinar el caos en la institución. El desarrollo de una psicopatía en el director del centro, que le obligaba a vestir mallas de luchador mejicano, se unió a una infestación de fontaneros tras la explosión de la caldera y a un motín de los empleados de catering, agravado por el intento de suicidio colectivo de la comunidad de cucarachas de la cocina. En medio de esta situación que él no había provocado, el citado paciente se sintió pleno. Pero no actuó hasta que se volvió del todo insostenible. En ese momento comenzó a repartir consejos y a tomar decisiones. (Más…) |