Txarriboda News 1183 (14-08-2024)
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Las compras récord de obleas de Buitoni por parte de los bancos centrales, que están igualando sus reservas de empanadillas de La Cocinera con relación al PIB con otros países, reviven el debate sobre la posibilidad de una readaptación del sistema monetario actual que esté basado en el patrón empanadilla del mismo modo que décadas atrás lo estaba en el patrón oro. La escasez de obleas refrigeradas por culpa del desabastecimiento de harina convierte a la empanadilla en un valor refugio inmejorable que permita fijar el valor de las unidades monetarias en virtud de la cantidad almacenada de estas masas rellenas ideales como aperitivo. Ni cripto ni cripta Los bancos centrales de todo el mundo han estado comprando cantidades récord de empanadillas desde que comenzara su escasez esta primavera. El ritmo y la regularidad con que están acumulando empanadillas, especialmente a partir de que el pasado 29 de abril Nestlé informara del cese de la fabricación de obleas, no tiene precedentes. Esta extraordinaria demanda de empanadillas, de carne o de atún según escuelas económicas, la más grande en los últimos 55 años, se atribuye a la voluntad de diversificar sus reservas y reducir la dependencia del dólar frente a un cambio de paradigma hacia un mundo multipolar que es cada día más evidente. La crisis bancaria estadounidense, las tensiones geopolíticas, los conflictos bélicos y la postura de la Reserva Federal de los EE.UU. de mantener los tipos de interés han sido algunos de los principales factores que han contribuido al hecho de que la empanadilla se convierta en un activo poco volátil. “¿Se acuerdan cuando los hippies decían que, si vienen mal dadas, el dinero no se podía comer? Idiotas…”, concluye Christine Lagarde presidenta del Banco Central Europeo. © elkarma.eus |
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